sábado, 9 de octubre de 2010

pensamientos desechables

La estúpida razón que me atormentaba a cada paso se quedó por fin atrás
Me volví hacia a ti y te miré con ojos alucinados
Tu semblante se erizó y saliste de la habitación
Poco a poco la corrosiva maldad quería desparramarse en mi cuerpo
La inexplicable necesidad de atestar un golpe al destino y a esa jodida premonición
Se hizo necesaria y urgente
Salí a buscarte desesperado en toda la casa y no había rastro de tu perfume
Mire la ventana que estaba abierta y observé como desvalida corrías
Pidiendo auxilio con una profunda herida en tu bella espalda.